¿Cómo comenzó?

  El alemán Sali Hochschild, ingeniero en minas, quien fue formado en una prestigiosa universidad alemana para luego continuar su formación en la Universidad de Columbia en EE.UU., llegó a Chile en el año 1911 junto a su señora Ana Kaufmann, con quien tuvo cuatro hijos. Antes había llegado a nuestro país su hermano mayor Mauricio. Ambos fueron impulsados a venir a Sudamérica por unos tíos maternos, poderosos banqueros, que los criaron luego de la muerte de su madre.
         Al comienzo, los hermanos compraban minerales de alta ley y los vendían a las refinerías europeas, hasta que Mauricio quiso invertir en Bolivia. Sali no soportó la puna y decidió quedarse en Chile. Sali Hochschild generó tal sintonía cuando llegó a Chile que en cuanto pudo comenzó a visitar yacimientos mineros, pero no le bastó con conocerlos, se entusiasmó y se decidió a adquirir varias propiedades mineras.

       Para llevar a cabo esta tarea se asesoró con ingenieros de minas y geólogos chilenos, a quienes encargó diversos estudios e informes. En 1920 se hizo chileno y constituyó diversas compañías mineras, siendo la más importante y de larga vida la Compañía Minera Sali Hochschild, una de las más importantes empresas de la mediana minería nacional.

     Quizá Sali Hochschild haya sido el más prolífico empresario de la minería chilena, con gran empuje y visión, no solo formaba y dirigía las empresas sino también fue un pionero en la innovación tecnológica. Donde primero estableció labores fue en la comuna de La Ligua, en el Asiento Minero La Patagua, en el año 1924. Instaló aquí, tal vez, la primera planta de flotación, dentro de la mediana minería, modelo que sirvió de guía para muchas otras compañías mineras. Fue así como al poco tiempo se hizo propietario en esta provincia de varias minas de mediano tamaño, como mina Molle, mina Palqui y mina Cebada, minas que posteriormente pasarían a formar parte de Compañía Minara La Patagua.